con el microrelato:
DEPENDENCIA
--Ya no tengo manos para poder acariciarte- balbucea apenas.
--Cállate , le dice ella mientras le atusa el pelo con dulzura.
--De tanto mirarte temo quedarme ciego y perder la luz de tu mirada- insiste.
Ella desvía ahora su rostro para esconderle una lágrima que resbala por su mejilla y al oido le susurra:
"Cada día yo te diré palabras, te daré mis manos, te prestaré mis ojos".
Luego, como tantas veces al día, ella vació despacio la jeringa por la sonda de alimentación.
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