Hace unos días, gracias a Twitter tuve
la oportunidad (o la desgracia) de escuchar un programa de radio en el que
se analizaban los datos ofrecidos por el Consejo General de Enfermería sobre la
falta de enfermeras en España.
Mi reflexión, en este caso, no va dirigida a cuestionar
dicho análisis, sino al trato y a la imagen que se dio en este programa de
radio a las enfermeras de nuestro país. Y es que, en un momento de dicho
programa se disertaba sobre la dificultad de conocer las funciones que realiza
una Enfermera. Entiendo que la sociedad en general tenga algunos problemas para
identificar los cuidados que facilitan las enfermeras, fruto en parte, por la
imagen distorsionada y estereotipada que se da en los medios de comunicación. Concretamente,
en este programa, se hablaba de la dificultad de realizar un adecuado recuento
del número de enfermeras, si ni tan siquiera las enfermeras eran capaces de
definirse.
Quizás hubiera sido interesante, antes de emitir dichos
comentarios, que se hubiera echado un vistazo a algunos de los planes de
estudios de cualquiera de las Facultades de Enfermería o de Ciencias de la
Salud de este país.
Concretamente, les dejo el de la Universidad de Jaen, lugar en el que estudié, y en el que pueden encontrarse
múltiples competencias relacionadas con la práctica enfermera: Planificar y
prestar cuidados dirigidos a las personas, familia o grupos, orientados a los
resultados en salud evaluando su impacto, a través de guías de práctica clínica
y asistencial; Basar las intervenciones en la evidencia científica y en los
medios disponibles; Establecer una comunicación eficaz con pacientes, familia,
grupos sociales y compañeros y fomentar la educación para la salud, etc.
Claro, de mis palabras como
enfermero se puede entender una defensa a ultranza de mi profesión (solo
faltaría eso), pero tenemos ejemplos muy claros de personas que quizás hablen
el mismo lenguaje que los protagonistas de este programa, y los cuáles definen
muy bien, qué es una enfermera:
Cayetana Guillén Cuervo hablaba de
manera positiva del trabajo de las enfermeras y lo hacía de esta manera: “Siempre
tenían una palabra amable, un suspiro, una mano enredada a su mano que
intentaba mitigar el dolor, la desesperación, la claustrofobia. Siempre a
nuestro lado. Siempre al suyo. Una nueva familia que
soportaba las horas de unos días casi interminables con una entereza que sin querer, era una lección para
los que a su alrededor, tratábamos de acostumbrarnos. Buena gente. Buena
y preparada”.
José Luís Sampedro, lo hacía de esta otra: “En fin, abandoné el hospital tronchado por
la inevitable desgracia, pero admirado y lleno de cariño hacia un grupo
profesional tan digno y tan lleno de generosa humanidad, que no sólo cumplía con su deber, sino
que lo hacía con sentimientos cordiales. Por eso ahora aprovecho la ocasión
para sumarme al homenaje y para proclamar la
trascendencia de la función
desempeñada por las enfermeras y la eficacia con que la realizan”.
Y Albert Jovell, fallecido hace unos días “Vosotras tenéis una
virtud que los médicos
estamos perdiendo, podéis tocar a los pacientes".
Podría poner algunos ejemplos
más, pero pienso que no es necesario. Solo quiero manifestar mi desacuerdo por
el trato que se da, a nivel general, en los medios de comunicación respecto del
trabajo e imagen de las enfermeras. Al igual que este programa de radio
intentaba analizar de manera rigurosa los datos ofrecidos por una organización,
yo como ciudadano (y también con enfermero) les pido que, como periodistas,
sean rigurosos en sus comentarios y en la información que ofrecen de unas
profesionales que realizan multiples intervenciones para mejorar la salud
de los ciudadanos.
Serafín Fernández Salazar. Mundiario.
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