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sábado, 25 de abril de 2020

ESPAÑA ES EL PAÍS CON MAS CONTAGIOS ENTRE EL PERSONAL SANITARIOS

El Pais  25 abril 2020

España es, con diferencia, el país del mundo con más profesionales sanitarios contagiados por el coronavirus, según los datos oficiales disponibles. Un informe publicado el jueves por el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) destaca que mientras el 20% de los casos registrados en España afecta a este colectivo, en Italia ese porcentaje se reduce al 10% —si bien en Lombardía, epicentro de la epidemia en el país, el porcentaje es también del 20%—. En Estados Unidos, los sanitarios contagiados apenas llegan al 3% y en China se sitúa en el 3,8%.
Aunque el estudio del ECDC recopila datos con algunos días de retraso (el de España lo recoge de un estudio del Centro Nacional de Epidemiología referente al 21 de abril), la tendencia al alza entre el personal sanitario en España se mantiene. El Ministerio de Sanidad informó este viernes de que los contagios en este colectivo ascienden ya a 35.295, 940 más que el jueves. En Italia, el segundo país europeo más golpeado por la epidemia, los sanitarios infectados no llegan a 18.000, según datos del Instituto Superior de Sanidad del pasado martes, últimos disponibles.
Estas cifras, según la Organización Médica Colegial (OMC), son el resultado de la ausencia de “las imprescindibles medidas de seguridad” que deberían haber “preservado la salud de los profesionales”. La entidad pone otro dato sobre la mesa: los facultativos fallecidos por el virus ya son 37 en nuestro país.
“No ha habido mascarillas para los trabajadores. Cuando han llegado, muchas eran defectuosas. A estas alturas, aún no ha habido test para todos los médicos y profesionales. No se puede hacer frente a una epidemia de esta magnitud en estas condiciones”, denuncia la OMC, que ha anunciado que se presentará como acusación particular en aquellos casos de contagios imputables al uso de mascarillas defectuosas.
Manuel Cascos, presidente del Sindicato de Enfermería, Satse, también apunta a la falta de material de protección y pruebas diagnósticas como principales causas del elevado impacto del virus en los profesionales. “Esto ha sido lo determinante”, censura Cascos.
Satse estima que “entre el 60% y 65% de los afectados es personal de enfermería”. “La falta de previsión y diligencia de las autoridades sanitarias competentes nos han llevado a esta grave indefensión de los profesionales sanitarios, que aún se mantiene”, añade. El sindicato ha decidido denunciar esta “lamentable realidad” a organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Europea, entre otros.
“Los profesionales sanitarios fueron a la guerra sin protección”, resume Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la OMS y actual profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. “Primero se infectaron ellos y luego, sin saberlo por estar muchas veces asintomáticos, contagiaron a compañeros y enfermos”, añade.
Para López Acuña, ha sido una “agregación de factores” lo que ha propiciado este enorme impacto del virus en el sector. “En buena parte de las instalaciones sanitarias no había suficientes equipos de protección. Las recomendaciones de uso de mascarillas tampoco fueron uniformes al inicio de la epidemia. Y el número muy limitado de pruebas que se hicieron al principio impidió saber qué proporción de profesionales estaba contagiado. Pero para mí, el factor determinante, el que ha multiplicado y agravado todo lo anterior, ha sido la transmisión asintomática del virus”, concluye este experto.
Riesgo conocido
José María Martín Moreno, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia, lamenta que en las fases iniciales de la epidemia no se adoptaran las lecciones aprendidas con el primer SARS y el MERS, que ya causaron importantes brotes nosocomiales y golpearon al personal sanitario. “El riesgo para los profesionales era algo conocido. Pero, por alguna razón, el sistema no se ha preparado a tiempo. Han faltado los elementos básicos de los equipos de protección individual (EPI), como mascarillas, batas, guantes de nitrilo y gafas de protección”.
Para este experto, pese a las carencias, “por ética, profesionalidad y obligación”, tanto los profesionales sanitarios como los de residencias han seguido atendiendo a los pacientes, lo que “ha disparado las probabilidades de contagio”. “Ministerio y comunidades están ahora intentando corregir todos estos problemas, pero debe hacerse con más determinación. Hay que facilitar, por ejemplo, que todos los profesionales sean sometidos a test diagnósticos”, concluye Martín Moreno.
Los 35.000 profesionales sanitarios contagiados por el virus son solo una parte del total de trabajadores vinculados a servicios asistenciales que han contraído el patógeno y han ayudado a su propagación. Según una recopilación hecha por EL PAÍS con datos ofrecidos por las comunidades autónomas, casi 12.000 empleados más de residencias de mayores y centros sociosanitarios también han resultado contagiados.
Esta cifra, sin embargo, adolece de una clara infranotificación, según admiten varias comunidades consultadas. País Vasco, Navarra y Castilla y León no ofrecen datos, mientras que los de Madrid corresponden únicamente a las residencias públicas, que son solo una pequeña parte de las existentes. Este problema también se produce en mayor o menor medida en otras comunidades.
Otro indicador que revela que las cifras de residencias son de menor calidad es que, en algunas comunidades, están agregados los datos del personal que ha dado positivo con aquellos que han sido aislados por precaución.
Test en la UE a empleados asintomáticos de geriátricos
Decenas de miles de europeos residentes en centros de mayores y otros equipamientos sociosanitarios han muerto a causa del coronavirus. La gravedad de los brotes en estas instituciones y la constatación de que personas sin síntomas pueden transmitir el virus ha llevado al ECDC —la agencia de salud pública de la UE—, a plantearse la necesidad de someter a todos los trabajadores, incluso los asintomáticos, a test diagnósticos, cuando se detecte un caso en una residencia. Las medidas para extremar las precauciones en estos centros incluyen revisiones diarias a los internos, control de las visitas y pruebas diagnósticas también a otros contactos asintomáticos.
Satse estima que “entre el 60% y 65% de los afectados es personal de enfermería”. “La falta de previsión y diligencia de las autoridades sanitarias competentes nos han llevado a esta grave indefensión de los profesionales sanitarios, que aún se mantiene”, añade. El sindicato ha decidido denunciar esta “lamentable realidad” a organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Europea, entre otros.
“Los profesionales sanitarios fueron a la guerra sin protección”, resume Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la OMS y actual profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. “Primero se infectaron ellos y luego, sin saberlo por estar muchas veces asintomáticos, contagiaron a compañeros y enfermos”, añade.
Para López Acuña, ha sido una “agregación de factores” lo que ha propiciado este enorme impacto del virus en el sector. “En buena parte de las instalaciones sanitarias no había suficientes equipos de protección. Las recomendaciones de uso de mascarillas tampoco fueron uniformes al inicio de la epidemia. Y el número muy limitado de pruebas que se hicieron al principio impidió saber qué proporción de profesionales estaba contagiado. Pero para mí, el factor determinante, el que ha multiplicado y agravado todo lo anterior, ha sido la transmisión asintomática del virus”, concluye este experto

miércoles, 22 de abril de 2020

ALGUNAS REFLEXIONES A PROPÓSITO DE LA PANDEMIA

SALUD A DIARIO. ES
Por Aurelio Fuertes Martín* Martes, 21 Abril 2020 
La primera es la constatación de que el sistema sanitario público ha resistido, no se ha colapsado, y lo ha hecho gracias a sus profesionales, que no han sido unos héroes, pero que han cumplido con creces su obligación de llevar la profesionalidad a la excelencia, por su compromiso, sus conocimientos y su responsabilidad.

Aurelio Fuertes
Todo ello ha sido posible a pesar de la situación de estrés al que estaba sometido el sistema por años de recortes en personal, en camas y en recursos materiales. Los hospitales se han reinventado en solo unos días y la Atención Primaria ha cumplido, sin recursos ni directrices claras. Lo que ha fallado ha sido el déficit de equipos de protección y de test diagnósticos, y esta ha sido una de las causas fundamentales del tremendo número de casos y de muertes en nuestro país. Ha habido falta de previsión, también en los países de nuestro entorno.
Es difícil entender que se sigan haciendo grandes inversiones en material armamentístico y haya este déficit de inversiones en investigación y material para detener una invasión microbiana, cuando desde todos los foros se anunciaba que esta era mucho más probable en nuestra región que un conflicto armado.
Las lecciones son evidentes: hay que reforzar y blindar el sistema sanitario público, hay que tratar mejor a los trabajadores de la salud, hay que dotar de más recursos a la investigación y a los profesionales de la salud pública y, finalmente, hay que tener empresas nacionales que sean capaces de fabricar los materiales necesarios para una situación como esta.
La segunda reflexión es a propósito de un gran fracaso, la gran mortalidad por COVID-19 en las residencias de ancianos y como se han producido estas. Hemos podido constatar que no estaban preparadas para algo así, pero tampoco lo estaban antes, para el día a día. Se ha evidenciado falta de personal, cuidador y sanitario, en muchas de ellas y eso, unido a la falta de material de protección y test diagnósticos, ha sido fatal. Habría que replantear qué solución de habitabilidad damos para nuestros mayores, pero ya mismo hay que adaptar la legislación sobre las residencias a la situación actual, en la que la mayoría están ocupadas por personas muy mayores y con pluripatología, que precisan de muchos cuidados, también sanitarios.
Hay que adaptar la legislación, pero también, y esto es muy importante, vigilar que esta se cumpla, porque no puede ser que algunas residencias recorten en personal y cuidados para que mejore su cuenta de resultados. Tampoco debiera recortarse en salario a los trabajadores de estos centros y pagarles conforme al gran trabajo que realizan. Hay otras cosas que aclarar, por ejemplo, la relación de los centros de salud con las residencias que disponen de médicos. Hay que revisarlo todo para que no vuelva a ocurrir esta situación de desamparo que han sufrido nuestros mayores.
Hay muchas más reflexiones que hacer, como constatar que se cumple el paradigma y esta pandemia, que no distingue de ideologías o fronteras, sí lo hace entre clases sociales, y aquellas más desfavorecidas van a ser, como siempre, las que salgan peor paradas. Otro gran reto será evitar que crezcan estas desigualdades y no aumente el sufrimiento de los que más sufrían ya.
Hay más, algunas me afectan de modo muy directo, por ejemplo, que la pandemia nos ha puesto a los sexagenarios en nuestro sitio, nos hemos mirado en el espejo de la enfermedad y nos hemos visto viejos ("personas de riesgo") y nos hemos dado cuenta de que nos habían engañado con las campañas de la "segunda juventud" de las agencias de viajes, que solo pretendían animarnos a consumir.
Finalmente, algo positivo; en mi vida profesional me han hecho mil veces la pregunta de qué era la Medicina Interna o qué hacíamos los internistas en el hospital. Pues bien, además de otras muchas cosas, estar en primera línea cuando aparece una enfermedad nueva que comporta un reto y un riesgo importante. Ocurrió con el síndrome del aceite tóxico, con la infección por VIH/sida, con el ébola y ahora con esta pandemia. Ahí tienen una respuesta.

jueves, 2 de abril de 2020

GRATITUD

Otro CAMPEÓN que nos esta echando una mano.
GRACIAAAASSSSS