Pues Ramiro Arroyo fue un importante medico que trabajo mucho y bien por la salud de los bejaranos . Esta es la historia de su vida escrita por Javier Ramón Sánchez Martín, bejarano y estudioso de la historia de Béjar.
Ramiro Arroyo Samaniego nació en un pueblecito cacereño, llamado Valdehúncar. Su padre,
Emilio Arroyo, también médico, estaba destinado en esa localidad, aunque
enseguida se trasladaría al cercano Navalmoral
de la Mata (Cáceres), donde la familia fijaría su residencia. D. Emilio
falleció cuando Ramiro era muy pequeño, por lo que quedó bajo la tutela de su
madre, Felipa Samaniego.
Desde Navalmoral, Ramiro se
traslada a Madrid a estudiar el bachillerato, que cursaría entre 1886 y 1892 en el colegio de San Isidoro. De allí
pasó a la Universidad Central
para estudiar la carrera de Medicina.
En los últimos años de la carrera hizo prácticas como alumno interno en el Hospital Clínico, adscrito a la
Facultad de Medicina, plaza que ganó por oposición. Se licenció en 1899 y se
doctoró en el año 1900, siendo
nombrado médico titular de la Beneficencia Municipal de Béjar en agosto de ese
mismo año, elegido entre un gran número de aspirantes.
El Dr. Arroyo se integró rápidamente en nuestra ciudad
donde contrajo matrimonio con la
bejarana María López Rubio, con la que tuvo tres hijas y dos hijos: Felipa, Ramiro, María, José y Elena. Los
dos varones fueron también médicos.
Estiraba su tiempo hasta tal punto que no sólo pasaba consulta, visitaba enfermos y realizaba incluso operaciones quirúrgicas,
sino que impartía conferencias sobre
temas tan diversos como “Motores Eléctricos” (Colegio Salesiano, 1902),
“El deber, el trabajo y las razas humanas” (Círculo Católico, varias
conferencias), “El progreso” (Círculo Obrero, 1913), etc. También encontró
tiempo para estudiar e investigar,
fruto de lo cual son varias
comunicaciones a congresos de su especialidad y artículos para revistas médicas,
como la Revista de Medicina y Cirugía Práctica, Revista Iberoamericana de
Ciencias Médicas, Gaceta Médica del Norte, Revista Valenciana de Ciencias
Médicas, etc., de algunas de las cuales era colaborador habitual.
En aquel primer cuarto del siglo XX la población obrera textil, sector
mayoritario en la población bejarana trabajadora, comenzaba a darse cuenta de su fuerza cuando estaba bien organizada y
coordinada. Eso dio lugar a pulsos continuos con los patronos, que
hicieron que la conflictividad laboral
fuera la tónica habitual en ese primer cuarto de siglo. Hubo numerosas huelgas, aunque la más larga y dramática fue la huelga general
que se produjo entre diciembre de 1913 y julio de 1914, que trajo el hambre y la miseria a Béjar.
Con unas condiciones económicas, sociales y sanitarias
tan precarias no es extraño que se diesen cada cierto tiempo epidemias de distintas enfermedades, en gran
parte debido a la mala alimentación, a
la falta de higiene en personas, casas y calles -que por aquel entonces
era un problema endémico-, y también a que la medicina de entonces presentaba
numerosas carencias. Por ello, la labor
de los médicos puede calificarse como mínimo de difícil y a veces casi de heroica.
En octubre de 1916 se produjo una epidemia de
difteria, durante la que el Dr. Arroyo se
empleó tan a fondo que contrajo la enfermedad y a punto estuvo de perder
la vida por no dejar de visitar a sus enfermos, a pesar de su debilidad.
A raíz de su actuación en esta epidemia, sus compañeros de profesión solicitaron para él la Cruz de Beneficencia
y, a pesar de que las autoridades provinciales realizaron un informe favorable,
el Ministerio de la Gobernación dio
durante años la callada por respuesta.
En ese mismo año de 1916, el Dr.
Enrique Suñer pronuncia una conferencia en la Real Academia de Medicina,
en Madrid. Fue presentado al público
por el prestigioso académico,
catedrático de Fisiología de la Universidad Central y senador Dr. José Gómez Ocaña, quien dijo: «Recuerdo a Suñer en
mi cátedra el primer curso que expliqué en Madrid la asignatura de Fisiología,
curso que fue de pocos matriculados y muchos sobresalientes; de entre todos
aquellos alumnos destacan tres en mi memoria, y de ellos quiero hacer mención:
Fue uno José Palancar (…). El otro es Ramiro
Arroyo, de apariencia modesta, bueno, inteligentísimo y aplicado, su modestia
era tan grande, que pudiendo haber ejercido su profesión en Madrid, pues
tenía méritos suficientes para ello, su
bondad le llevó a un pueblo a ejercer su profesión, en él casi un sacerdocio,
como que por su caridad y su
comportamiento le quieren hasta los médicos; su abnegación es tan grande que está propuesto para la cruz de
Beneficencia; para lo cual yo, desde este momento, le doy mi voto y mi
apoyo. El tercero es Suñer…».
Efectivamente, D. Ramiro Arroyo tuvo esos hijos, pero sólo Ramiro fué médico, urólogo para más exactitud. José, Pepe Arroyo, fue religioso, Jesuita para más señas. Otras dos hijas, María y Elena fuero religiosas y Felipa funcionaria del Mº de asuntos exteriores.
ResponderEliminarComo curiosidad os contaré que el actual Papa, Francisco, estuvo en España en Alcalá de Henares y recibió los Ejercicios Espirituales por el Padre José Arroyo.
He conocido y hablado con todos sus hijos, más con unos que con otros. No unía una relación de familia. La esposa de D. Ramiro Arroyo era Prima de mi abuela. Felipa está enterrada en Béjar.
Un saludo para todos.
Juan Fco. Anaya Bueno
Gracias, Juan Francisco. Me costó encontrar información sobre Ramiro Arroyo y, una vez que te implicas, te agrada conocer más cosas acerca del personaje y su entorno. Lo que siento es no haberlo sabido antes para haber hablado previamente contigo. También después de publicarlo un colega tuyo me ha dicho que R. Arroyo mantuvo una polémica epistolar nada más y nada menos que con S. Ramón y Cajal, sobre el origen de la epidemia de la mal llamada "gripe española". Y tb ha habido otra persona que me dijo que Ramiro Arroyo tuvo su consulta y su vivienda en el edificio que ocupó muchos años la perfumería Anros, en San Juan.
ResponderEliminarUn saludo para ti, para Joaquín y para los lectores del Blog.
Javier R. Sánchez
Gracias, Juan Francisco. Me costó encontrar información sobre Ramiro Arroyo y, una vez que te implicas, te agrada conocer más cosas acerca del personaje y su entorno. Lo que siento es no haberlo sabido antes para haber hablado previamente contigo. También después de publicarlo un colega tuyo me ha dicho que R. Arroyo mantuvo una polémica epistolar nada más y nada menos que con S. Ramón y Cajal, sobre el origen de la epidemia de la mal llamada "gripe española". Y tb ha habido otra persona que me dijo que Ramiro Arroyo tuvo su consulta y su vivienda en el edificio que ocupó muchos años la perfumería Anros, en San Juan.
ResponderEliminarUn saludo para ti, para Joaquín y para los lectores del Blog.
Javier R. Sánchez